Estudiantado en Ávila (Imagen del autor) |
En Sto. Tomás hay mucha historia que contar
porque los que allí llegábamos de Ocaña
además de coristas íbamos a ser también estudiantes en periodo de formación;
por cierto que esa denominación de coristas por la que se nos conocía, dio
lugar a malentendidos y a alguien fue
preciso aclararle que nada teníamos que ver con el mundo del espectáculo.
Por lo
que se refiere a los de mi generación, estos primeros años en Ávila, pienso que
fueron decisivos en cuanto a la formación filosófica dejándonos marcados, en mi
opinión para bien, aunque según otros no fue así, tal como he podido deducir de
su propio testimonio.
Cuando mi curso, llegó
a Ávila allá por el año 1955 el
convento era un edificio lo que se dice con prosapia, plagado de arte y de
historia: la iglesia , la sala capitular , el refectorio, las dependencias
regias, los imponentes claustros El estudiantado era más modestito, los pabellones vetusto y destartalados, la
capilla recogida e intima, la Sala de
Comunidad donde nos reuníamos era espaciosa y un poco lúgubre, tanto una como otra hoy destinas a alojar piezas del museo
oriental llenas de valor artístico y afectivo.
Las celdas destinadas a ser nuestro refugio
íntimo eran sobrias, y poco confortables
, carecían de agua corriente y teníamos
que arreglárnoslas con un palanganero, jarrón y cubo para el agua sucia, por
todo moviliario disponíamos de una pequeña librería, baúl,
maleta o ropero algo que hiciera de receptáculo para meter allí nuestras
prendas de vestir y modestos enseres personales, una mesa, una silla, una percha un crucifijo colgado de la pared y una cama de
esas antiguas con catre de hierro y colchón de lana, sábanas y mantas
cuarteleras con una mesita de noche , un
bacín y creo que eso era todo.
Ah se me olvidaba
también disponíamos de una escoba. Lo recuerdo perfectamente porque la celda
del P. Cabezón estaba situada en la segunda planta, justamente debajo de la mía
y cuando yo armaba cualquier escándalo utilizaba el palo de la misma para golpear el techo con cierto nerviosismo,
avisándome de que eran horas de silencio. ¡ Que tortura!...
A pesar de todo nos
encontrábamos a gusto allí, dueños y señores de unos 25 metros cuadrados, entre
cuatro paredes llenas de historia y tradición que habían sido habitadas
anteriormente por personas que nos habían precedido y que ahora nosotros
admirábamos. Además respondían a la idea de monacato que nosotros más o menos teníamos en la
cabeza, donde la austeridad y la pobreza eran ingredientes esenciales. En los
dos años que fuimos huéspedes de estos aposento no escuché ninguna queja porque
todos asumíamos que estábamos en un convento y no en un hotel de cinco
estrellas y así es como queríamos que fuera
Mis primeros escarceos con la Filosofía
Referente al
estudiantado es preciso decir que en este tiempo estaba regido por un elenco de
profesores notables, por citar a alguno mencionaré al P. Turiel , P. Cabezón, p. Marecelino, P. Reyero, P. Luis López , P.
Manolín, p. Claudio, P. Marcos F.
Manzanedo etc. Bastante tradicionalistas,
sin duda, pero con una formación sólida.
Eran los tiempos en que la metafísica
estaba agonizando aunque en España aún gozara de cierto prestigio
estudiándose con todo rigor en los Seminarios y Centros de Formación Religiosa
incluso en la Universidad Central del Estado donde impartía clases el por aquel entonces prestigioso metafísico Ángel González Alvarez y anteriormente lo había, hecho el P.
Silvestre Sancho tan admirado por todos nosotros a quien su amigo personal el
ministro de Educación Ibañez Matín le había ofrecido la catedra de metafísica o de Ética quedándose por fin
con esta última, también había sido profesor de esta universidad el universalmente conocido Xabier Zubiri
bastante vinculado por cierto a los dominicos, quien de forma complaciente, en
alguna ocasión nos habría de visitar para pronunciar alguna conferencia en S.
Pedro Mártir de Madrid.
Eran los tiempos
aquellos en que el convento de S. Esteban de Salamanca se había convertido en el ultimo bastión
desde donde el p. Santiago Ramirez , el
p. Royo , el p. Fraile entre otros compañeros dominicos, resistían e
intentaban repeler los ataques que venían de fuera, enredándose en una polémica
que trascendió a la opinión pública.
Esto mismo se intentaba hacer modestamente en
el Estudio General Ávila de forma
silenciosa. Espero no exagerar si digo que el P. Turiel consiguió contagiar su
pasión por la filosofía en muchos de los que tuvimos el privilegio de asistir a
sus clases, algo que sólo puede conseguirlo un profesor con personalidad como
lo fue él.
Uno de los clasutros de S. Tomás (Imagen del autor) |
Recuerdo con que ardor
nos entregábamos a las disertaciones y los círculos, cuanto tiempo los
dedicábamos… diriáse que vivíamos
preocupados por los misterios escondidos de la filosofía y no era infrecuente que nos enrolláramos en
las discusiones metafísicas más extrañas, como podrían ser, si el Pulchrum
podía ser considerado una de las propiedades trascendentales del ser o si el
mundo podía haber sido creado ab aeterno y no digamos nada de la Lógica con las
demostraciones, sus principios y reglas, los silogismos con sus figuras y modos . Barbara , Celarent,
Darii , Ferioque…. Nadie de los que allí estuvimos habrá olvidado lo contundente que eran nuestras
demostraciones .
Todo hombre es racional. Yo soy hombre. Luego… Yo soy racional. A ver el majo
que se atrevía a rebatirlo, era algo parecido al “cogito ergo sum” por el
que , Descartes pasó a la posteridad. Que tiempos aquellos en los que pensábamos que
la filosofía y la teología lo eran todo y que el mundo giraba en torno a sus
postulados.
Nuestra visión de la vida no dejaba de ser un
tanto ingenua; pero bastante ajustada a nuestra circunstancia personal . Me
explicaré. Desde los tiempos de la
Antigua Grecia se viene repitiendo que una de las condiciones indispensables para
poder dedicarse a la filosofía, o lo que
es lo mismo a la búsqueda de la verdad, era la ociosidad, sólo al alcance de
quien tenía el cocido asegurado y resueltas las exigencias concernientes a la existencia humana , porque
si no era así y tenías que preocuparte de
ganarte la vida, si tenías que
buscar algo para comer o donde ibas a dormir
entonces dificilmente podías alcanzar el segundo grado de abstracción
metafísica. Esto es algo que queda bien expresado en el dicho popular según el
cual. “ primum vivere deinde philosophare”.
Pues bien la despreocupación por
todas las cosas materiales era un lujo que nosotros sí nos podíamos permitir , porque teníamos la
mesa puesta y todas las necesidades cubiertas, por lo tanto podíamos dedicarnos tranquilamente y por
entero al ejercicio de la filosofía y estar solamente atentos al toque de campana que nos avisaba
de cuales eran nuestros tiempos sin mayores complicaciones . Así las cosas no es nada extraño que a la filosofía la colocáramos en el centro de la vida e hiciéramos de ella la
actividad más importante del mundo, lo que sin duda venía a ser un caso más como otros tantos de deformación
profesional .
Aula Magna, Santo Tomás, Ávila (Imagen del autor) |
No hace falta decir que
la orientación filosófica que recibimos estaba enmarcada en el tomismo
-aristotélico lo cual no deja de ser congruente, lo insensato hubiera sido lo contrario, la
cuestión estaba en no violentar a unas mentes vírgenes que iniciaban su
búsqueda hacia la verdad sometiéndoles a una disciplina férrea que les
condujera a un posicionamiento
impermeable puro y duro, poco integrador y muy exclusivista, porque entonces estaríamos hablando más de
adoctrinamiento que de auténtica formación. El Aquinatense nunca le gustaron las posturas cerradas y el mismo fue un rebelde que tuvo que romper
muchas resistencias para abrir nuevos caminos del pensamiento. Con la amplia
perspectiva que va marcando el paso del tiempo, uno se fue dando cuenta que la
verdad es poliédrica y que tiene muchas aristas, por lo que resulta contraproducente jugárselo todo a una
carta y es aquí a donde yo quería llegar.
El aristotelismo de corte tomista a mi
siempre me aparecido y me sigue pareciendo
un sistema respetable que debe ser valorado en su justa medida, pero Aristoteles
no es el único pensador ni con él se
acaba la filosofía. La atención
preferente que sin duda merece su gigantesca personalidad es compatible con el estudio de otros
grandísimos pensadores que bien podían habernos enriquecido con sus aportaciones y esto es algo que desgraciadamente no siempre se tuvo en cuenta
afectando negativamente a esa madurez intelectual que en el mejor de los casos habría de llegar, pero con retraso.
No era serio por ejemplo que ante cualquier propuesta filosófica que no
se ajustara a los supuestos aristotélico-tomistas tuviera por todo comentario el famoso “¡ Oh magna aberratio!”
A parte de las lagunas existentes en nuestra
formación filosófica, que sin duda las hubo, es justo reconocer que fuimos
entrenados convenientemente en todo lo que se refiere a solidez y rigor en los juicios, ejercitándonos
eficazmente en las exposiciones
sistemáticas y bien ordenadas. Nos enseñaron a diferenciar las apariencias de
la realidad , lo esencial de lo accidental, los términos de los conceptos , en
una palabra, a separar la paja del grano, por eso no es fácil que hoy nos
dejemos engañar por los sofistas de turno, estando lo suficientemente
preparados como para que no nos metan gato por libre.
Nunca agradeceremos como
merece los cimientos que nos prestaron
desde los cuales hemos podido construir una personalidad equilibrada y estable que
nos permite afrontar las turbulencias de los tiempos presentes . Después de que
nuestro mundo haya pasado por una crisis profunda de valores y de pensamiento en tampoco tiempo , después de haber llegado a
una posmodernidad relativista y vacía de
contenido es el momento de tirar de aquellos principios esenciales que
aprendimos hace más de medio siglo en el Estudiantado de Filosofía de Sto.
Tomás de Ávila.
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LOS AÑOS PASADOS CON MIS COMPAÑEROS DOMINICOS
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